segunda-feira, 17 de setembro de 2012

A PESSOA E A SOCIEDADE POLÍTICA: ANTONIO GRAMSCI E PORTUGAL, HOJE

Representado pela fotografia da violinista russa Julia Schucht, mulher de Antonio Gramsci, com os filhos do seu Amor.

A propósito da actual situação Portuguesa, Europeia e Mundial, propomos algumas leituras dos «Quaderni del Carcere» do grande intelectual e político italiano Antonio Gramsci, salvos pela sua cunhada Tatiana Schucht, apoiada pelo grande economista italiano Piero Sraffa e aqui traduzidos para a língua castelhana por Ana María Palos, a partir da edição italiana de 1975 pelo Instituto Gramsci, bem como uma Carta de Gramsci a sua mulher e um artigo de um seu neto:

CRISE
«El aspecto de la crisis moderna que es
lamentado como "oleada de materialismo" está vinculado a lo que se Ilama
"crisis de autoridad". Si la clase dominante ha perdido el consenso,
o sea, si no es ya "dirigente", sino únicamente "dominante", detentadora
de la pura fuerza coercitiva, esto significa precisamente que las grandes
masas se han apartado de las ideologías tradicionales, no creen ya en
lo que antes creían, etcétera. La crisis consiste precisamente en el hecho
de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se
verifican los fenómenos morbosos más variados.» ANTONIO GRAMSCI «Cuadernos de la Cárcel» 3, 1930.


BLOCO HISTÓRICO
«Si la relación entre los
intelectuales y el pueblo-nación, entre dirigentes y dirigidos, entre gobernantes
y gobernados, es dada por una adhesión orgánica en la que el sentimiento-
pasión se convierte en comprensión y por lo tanto en saber (no
mecánicamente, sino en forma viva), sólo entonces la relación es de representación,
y se produce el intercambio de elementos individuales entre
gobernados y gobernantes, entre dirigidos y dirigentes, o sea que se
realiza la vida de conjunto que es la única fuerza social, se crea el "bloque
histórico".» ANTONIO GRAMSCI «Cuadernos de la Cárcel» 11, 1932-1933


AMÉRICA LATINA

«(...) las razas blancas que dominan en la América central y meridional
no pueden vincularse a patrias europeas que tengan una gran función
económica e histórica: Portugal, España (Italia)," comparable a la de
los Estados Unidos; aquéllas representan en muchos Estados una fase
semifeudal y jesuitica, por lo que puede decirse que todos los Estados
de la América central y meridional (exceptuando a la Argentina, quizá)
deben atravesar la fase del KuIturkampf y del advenimiento del Estado
moderno laico (la lucha de México contra el clericalismo ofrece un
ejemplo de esta fase). La difusión de la cultura francesa está ligada a
esta fase: se trata de la cultura masónica-iluminista, que ha dado lugar
a las llamadas Iglesias positivistas, en las que participan también muchos
obreros aunque se llamen anarcosindicalistas. Aportación de las diversas
culturas: Portugal, Francia, España, Italia. La cuestión del nombre:
¿América latina, o ibérica, o hispánica? Franceses e italiano? usan
"latina", los portugueses "ibérica", los españoles "hispánica". De hecho
la mayor influencia es la ejercida por Francia; las otras tres naciones
latinas tienen escasa influencia, no obstante la lengua, porque estas naciones
americanas surgieron en oposición a España y Portuga! y tienden
a crear su propio nacionalismo y su propia cultura. Influencia italiana:
caracterizada por el carácter social de la emigración italiana; por otra
parte, en ningún país americano son los italianos la raza hegemónica.» ANTONIO GRAMSCI «Cuadernos de la Cárcel» 3, 1930



AMOR: CARTA DE ANTONIO GRAMSCI A SUA MULHER JULIA SCHUCHT


«Mia carissima:

Querría besarte los ojos para secar las lágrimas que me parece ver en ellos y sentir yo en los labios, como otras veces que por maldad te he hecho llorar. Nos dañamos, nos atormentamos el uno al otro, porque estamos lejos uno de otro, y no podemos vivir así. Pero tú te desesperas demasiado. ¿Por qué? Tantas veces me has prometido que serías fuerte, y yo te he creído, y creo todavía que eres fuerte, más de lo que te crees: a menudo eres más fuerte que yo, pero yo estoy acostumbrado a la vida solitaria, que he vivido desde la infancia, a esconder mis estados de ánimo tras una máscara de dureza o una sonrisa irónica, y ésa es toda la diferencia. Eso me ha hecho daño durante mucho tiempo: durante mucho tiempo mis relaciones con los demás fueron enormemente complicadas, una multiplicación o división por siete de todos los sentimientos reales para evitar que los demás entendieran lo que yo sentía realmente. ¿Qué es lo que me ha salvado de convertirme en un pingo almidonado? El instinto de la rebelión, que desde el primer momento se dirigió contra los ricos porque yo, que había conseguido diez en todas las materias de la escuela elemental, no podía seguir estudiando, mientras que sí podían hacerlo el hijo del carnicero, el del farmacéutico, el del negociante en tejidos. Luego se extendió a todos los ricos que oprimían a los campesinos de Cerdeña, y yo pensaba entonces que había que luchar por la independencia nacional de la región. "¡Al mar los continentales!" ¡Cuántas veces he repetido esas palabras! Luego conocí la clase obrera de una ciudad industrial, y comprendí lo que realmente significaban las cosas de Marx que había leído antes por curiosidad intelectual. Así me he apasionado por la vida a través de la lucha de la clase obrera. Pero cuántas veces me he preguntado si era posible ligarse a una masa cuando nunca se había querido a nadie, ni siquiera a la familia, si era posible amar a una colectividad cuando no se había amado profundamente a criaturas humanas individuales. ¿No iba a tener eso un reflejo en mi vida de militante, no iba a esterilizar y reducir a puro hecho intelectual, a puro cálculo matemático, mi cualidad revolucionaria? He pensado mucho en todo eso, y he vuelto a pensarlo estos días porque he pensado mucho en ti, que has entrado en mi vida y me has abierto el amor, me has dado lo que me había faltado siempre y me hacía a menudo malo y torvo. Te quiero tanto, Julia, que no me doy cuenta de que te hago daño a veces, porque yo mismo estoy insensible.

Te he escrito, te he dicho que vinieras, porque en tus cartas había visto como una indicación de que tú misma querías venir. También yo he pensado en tu familia: pero, ¿no puedes venir por unos meses? ¿Incluso por un periodo determinado te parece imposible o difícil dejar a la familia? Qué bueno sería otro paréntesis de vida en común, en la alegría cotidiana, de cada hora, de cada minuto, de quererse y de estar cerca. Me parece ya sentirte la mejilla junto a la mía, y que la mano te acaricia la cabeza y te dice que te quiero aunque calle la boca. 


Me ha dado un vahído al leer tu carta. Ya sabes por qué. Pero tu indicación es vaga, y yo me consumo, porque querría abrazarte y sentir también yo una nueva vida que une las nuestras todavía más de lo que ya lo están, querido amor. 


(...)»

Gramsci.

Antonio Gramsci Jr. 

«Os muitos erros sobre meu avô»- L´Unità 20 de Novembro de 2007 
(Tradução: Josimar Teixeira - site «GRAMSCI E O BRASIL» 
«A leitura do último livro de Bruno Vespa, L’amore e il potere, me trouxe uma autêntica alegria [1]. Tive a sensação de que o autor nutre a mais sincera simpatia pelo meu avô e por toda a nossa família, e isso não é pouco. Mas devo constatar que o texto não está isento de erros factuais e de interpretação de alguns eventos, devidos, a meu ver, ao fato de que se baseia nas afirmações de Massimo Caprara, superficiais e muito distantes da verdade histórica [2]. Quanto às relações de Gramsci com o partido e com Togliatti, às tentativas de libertação, etc., não posso dizer mais do que está escrito nos livros e ensaios dos maiores estudiosos de Gramsci, sobretudo Giuseppe Vacca e Silvio Pons, aos quais Vespa também se refere.
Mas também tenho muito a dizer sobre a vida da nossa família na Rússia, baseando-me na minha experiência pessoal, nas lembranças do meu pai e, sobretudo, em alguns documentos do nosso arquivo que ainda não são conhecidos na Itália. Estes documentos, dos quais alguns são verdadeiramente sensacionais, farão parte do livro sobre a família Schucht, que estou escrevendo junto com Silvio Pons e que será organizado por Giuseppe Vacca.
Antes de mais nada, devo dizer que não encontrei nenhum documento sobre a “mão de Stalin” que teria “golpeado” a família de Gramsci na Rússia. A partir do final dos anos vinte, em sintonia com o desenvolvimento geral do país, os Schuchts começaram a viver bastante bem. Apollon [pai de Giulia] recebeu um apartamento espaçoso perto do centro de Moscou e obteve uma aposentadoria especial. Ele carregava muitos “pecados”: alemão de origem nobre, ex-emigrado, amigo de Lenin e, por fim, sogro do comunista italiano heterodoxo. Em 1933, este perfeito “inimigo do povo” morreu serenamente no hospital mais prestigioso da União Soviética, no Kremlin, assistido pelos parentes e por um pessoal atencioso.
Todos os membros da família, inclusive os meninos, Giuliano e Delio, iam até mesmo várias vezes por ano aos melhores estabelecimentos de saúde no Mar Negro e no Cáucaso. Nos anos trinta, quando já ninguém mais na família trabalhava, Giulia, sem que ninguém a impedisse, mandava regularmente a Tatiana [a cunhada de Gramsci, que havia ficado na Itália] somas consideráveis de dinheiro que serviam para assistir a Gramsci. De onde provinha este dinheiro? É pouco provável que se tratasse de economias da família e não podia nem mesmo ser dinheiro do PCI. Logo, a única hipótese plausível é que foram precisamente as autoridades soviéticas que tiveram o cuidado de aliviar os sofrimentos do “maldito trotskista” prisioneiro de Mussolini. Na falta de documentos, é difícil afirmar se o fizeram por sugestão de Togliatti ou de qualquer outro.
Mas será verdade que Gramsci era tão malvisto na União Soviética? Em 1926, Togliatti de fato fez chegar a Stalin a famosa carta de Gramsci? E, se o fez, por que durante sua permanência na Rússia demonstrou abertamente afeto e máxima atenção com Giulia e seus filhos, como também o fizeram todos os outros companheiros italianos que estavam então em Moscou? [3] 
Para mim a verdade está no meio. Por um lado, a divergência de Gramsci com o partido e com Togliatti, em particular, não era tão forte como dizem muitos historiadores; e, ainda que o fosse, em seguida seria pelo menos parcialmente “superada” (os conflitos de Gramsci com os companheiros de cárcere são coisa inteiramente diferente). Até o final dos anos quarenta e depois, graças também à habilidade de Togliatti, Gramsci permanecia no imaginário comunista tal como o recordavam desde os anos vinte, isto é, um leninista, perfeitamente sintonizado com o movimento comunista, tanto russo quanto italiano. Por isso, tenho muitas dúvidas sobre a plausibilidade da estranha pergunta que, segundo as recordações de Caprara, meu tio Delio teria feito aos companheiros italianos (“por que meu pai traiu vocês?”).
Por outro lado, o panteão comunista precisava dos seus santos. A santidade pressupõe falta de pecados e martírio. E Antonio Gramsci se prestava perfeitamente a tal representação. (Togliatti talvez tenha exagerado nesta obra, atribuindo ao meu avó até uma origem humilde). Gramsci também passou à historiografia soviética com tal imagem: um comunista-herói que sacrificara sua vida pela luta contra o fascismo.
Só um círculo muito restrito conhecia seu pensamento. Trata-se de alguns intelectuais que podiam ler Gramsci na língua original, sobretudo Grezki (o primeiro tradutor de Gramsci), Irina Grigorieva e Ilia Levin. Por isso, parece-me inconsistente a afirmação de Gabriele Nissim, segundo quem “a mãe dos rapazes e a tia Eugênia levaram Delio e Giuliano a estudar o pensamento de Stalin em vez do pensamento do pai deles” [4]. Os rapazes não conheciam o italiano. Como podiam estudar o pensamento do pai, se a primeira publicação na União Soviética de alguns escritos de Gramsci só ocorreria nos anos cinqüenta?
Também não corresponde à verdade a afirmação de que as autoridades soviéticas bloqueassem a correspondência de Tatiana com os familiares. Esta hipótese talvez derive da falta de cartas de Tatiana aos familiares nos anos 1935-1938. Com as últimas descobertas no nosso arquivo consegui preencher esta lacuna e agora toda a correspondência desta mulher excepcional se apresenta na sua íntegra. Lendo estas cartas, não encontrei nada que comprovasse a tarefa secreta, confiada a Tatiana, de “vigiar” o cunhado na prisão. As preocupações de Tatiana eram outras: cuidar das condições de saúde de Antonio, obter sua libertação, reunificar a família e, depois da morte de Gramsci, salvar suas obras.
Tatiana escrevia livremente e sem reticências sobre todos estes temas, como se a dupla censura — a fascista e a soviética — não existisse. Mas será que existia mesmo? Ou talvez não fosse assim tão rígida, como se costuma pensar? Do mesmo modo sincero e desembaraçado foram escritas as cartas de todos os familiares de Tatiana — Giulia, Eugenia, Apollon e Giulia Grigorievna.
Nos últimos anos da vida de Antonio, toda a família discutia acaloradamente sobre a viagem de Giulia à Itália. Segundo todos os documentos, as autoridades soviéticas não tinham nenhuma intenção de impedir esta iniciativa. A prova mais importante é a carta de Eugenia, a irmã mais rígida, a “mais bolchevique” de todos os Schuchts, inseparável de Giulia e, acima de tudo, desconfiada em relação a Gramsci. Nem mesmo ela era contrária a esta viagem e até escrevia que “era útil para ambos”. Escreveu mesmo que “alguém sugeriu que convém a ela [a Giulia] mudar-se para a Itália”. Tatiana, por seu turno, escrevia que a embaixada soviética “estava pronta para ajudar Giulia a se instalar em Roma”.
O verdadeiro obstáculo, no entanto, residia na doença de Giulia. Ela sofria de epilepsia orgânica, complicação da gripe espanhola contraída em 1927 (e não de esgotamento nervoso, de que falam os biógrafos de Gramsci). Penso que Apollon aludisse precisamente a esta doença, e não a alguma misteriosa pressão exercida sobre a família, quando escrevia com irritação a Tatiana que “Giulia escreve raramente porque muitas vezes não tem possibilidade de escrever” (Tatiana desconhecia a doença da irmã mais nova até o início dos anos trinta, e ainda não está claro se deu esta notícia a Gramsci).
Apesar da doença, Giulia continuou a trabalhar no serviço secreto até 1930. Também sobre este seu trabalho formularam-se hipóteses fantasiosas. A mais absurda é a do historiador russo Leontiev, citada por Caprara. Segundo esta hipótese, Giulia foi enviada pelo NKVD para “seduzir” Gramsci e depois mantê-lo sob controle constante. Mas a história de amor entre ambos começou em 1922, quando Giulia era uma simples professora de música numa escola provincial de Ivanovo! É verdade, já havia começado sua carreira na seção local do partido bolchevique, mas isso não significa que fosse ao encontro de Gramsci a mando das autoridades soviéticas. E não há nada de estranho ou de maldoso no fato de que, depois do casamento, quando Giulia começou a ter acesso ao amplo círculo dos comunistas estrangeiros, tenha sido empregada pelo serviço secreto, que, com toda a probabilidade, lhe deu a função de controlar os ambientes do Komintern (por exemplo, fornecer informações sobre a infiltração de elementos subversivos, traduzir documentos interceptados, etc.).
Depois da morte de Gramsci, as autoridades soviéticas continuaram a tratar minha avó com o máximo respeito. Desde 1968 até a morte, acontecida em 1980, ela viveu com Eugenia em Peredelkino, num sanatório muito privilegiado para velhos bolcheviques, visitada freqüentemente pelas delegações dos comunistas italianos. Seus filhos, Delio e Giuliano, também não foram marginalizados pelo regime soviético. Delio seguiu uma brilhante carreira científico-militar; Giuliano, a carreira musical. Ambos (inclusive mulheres e filhos) tinham acesso às estruturas de saúde privilegiadas do PCUS.
Todo verão, o PCUS nos oferecia gratuitamente uma belíssima dacha perto de Moscou (antes de 1968, Giulia e Eugenia iam para lá). Quando em 1983 a família de Giuliano mudou de casa, as autoridades de Moscou concederam um aposento a mais para “a preparação do museu dos objetos pessoais e dos documentos de Antonio Gramsci” (em seguida, doamos quase todo o material ao Museo di Casa Gramsci, em Ghilarza, e à Fundação Instituto Gramsci). Portanto, não se pode falar da pobreza em que “sempre viveu a família”, pelo menos no que diz respeito ao período soviético.
Alguns problemas começaram a se verificar nos anos noventa, durante a última grave crise econômica da União Soviética. Mas mesmo então, graças a alguns privilégios, a nossa família tinha condições de vida um pouco melhores do que a média. Para nós, o ano mais cruel foi 1992, quando o novo regime de Eltsin propiciou uma inflação vertiginosa, e nossa família, como muitas outras, perdeu quase todas as economias feitas nos anos anteriores. Mas nenhum de nós se deixou tomar pelo pânico, simplesmente começamos a trabalhar mais. Giuliano, até quase oitenta anos, ensinava ao mesmo tempo em duas escolas de música e no conservatório de Moscou. Seu esforço, e não o fato de ser filho de Antonio Gramsci, é que lhe permitiu manter um nível de vida digno, quando até mesmo muitos professores universitários iam vender jeans nas feiras de rua.
Em relação ao “abandono” da nossa família por parte do PCI e à atribulada história dos direitos de autor, temas que o sr. Vespa aborda de modo não inteiramente correto, falarei em outro lugar, por se tratar de questões de natureza totalmente diferente.
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[1] Bruno Vespa. L’amore e il potere. Da Rachele a Veronica, un secolo di storia italiana. Milão: Mondadori, 2007.
[2] De Massimo Caprara, veja-se, particularmente, Gramsci e i suoi carcerieri (Roma: Ares, 2001). Ex-secretário de Togliatti e com passagem pelo grupo de Il manifesto, uma dissidência do PCI no final dos anos 1960, Caprara aproximou-se da direita italiana e tem escrito vários livros ferozmente críticos em relação à tradição comunista. 
[3] Sobre a correspondência de 1926, em torno da crise do partido bolchevique, ver A. Gramsci. Escritos políticos. Organização, introdução e tradução de Carlos Nelson Coutinho. Rio de Janeiro: Civilização Brasileira, 2004, v. 2, p. 383-402.
[4] O jornalista Gabriele Nissim escreveu recentemente Una bambina contro Stalin. L’italiana che lottò per la verità su suo padre (Milão: Mondadori, 2007), cujo tema é a vida de Luciana De Marchi e sua luta para descobrir a verdade sobre o fim trágico do pai, comunista refugiado na URSS ainda nos anos 1920 e aí fuzilado em 1938, depois de delatado inclusive por alguns companheiros de partido.»


















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